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Queridos
etarras: Yo, como miles y miles de catalanes, he tenido
desde hace
muchos años una simpatía solidaria con la causa noble que
representáis: la lucha por la independencia y el socialismo
en
Euskalherria. También, desde hace muchos años, discrepo del
recurso
a la violencia como método para lograr vuestros horizontes
políticos. No es lo mismo el asesinato de un verdugo como
Melitón
Manzanas o del almirante Carrero Blanco que el asesinato de
Ernest
Lluch o de un chico como Miguel Ángel Blanco. No es lo mismo
un
atentado contra un cuartel de la Guardia Civil que poner un
coche-bomba en los almacenes Hipercor. Me diréis que en el
bombardeo
de Gernika también murió mucha gente inocente, y tenéis
razón. Pero
la situación en 1936 no era la misma que en 1966, 1976,
1986, 1996 o
2006 . Lo entendéis, lo habéis incorporado a vuestro
discurso
político y me alegro. Desde hace ocho meses, mantenéis una
tregua en
vuestra actividad punitiva y, de hecho, desde hace más de
tres años
no habéis cometido ningún atentado mortal. Creo que estáis
actuando
de manera inteligente y os animo a que persevereis en
vuestra
apuesta decidida por la paz. Os lo digo con el corazón en la
mano:
no hay otro camino. Me duele en la boca tildaros de
“terroristas”,
porque conozco de cerca vuestros ideales políticos y la
extrema
dureza del combate en el que, de jóvenes, os
comprometisteis. Sé que
habéis sufrido y sufrís, sé que actuáis con dolor en los
puños: por
los compañeros y familiares que han caído, por las torturas
en las
comisarías, por los asesinatos del GAL, por las largas
condenas de
prisión, por los amigos en el exilio, por la injusticia que
os
subleva, como abertzales y revolucionarios. El dolor os
quema la
carne y liberáis este dolor con más dolor. Es hora de parar
esta
lógica que destruye y os destruye, es hora de transformar el
odio en
amor, es hora de vivir. Toda moneda tiene dos caras. Es lo
que deben
comprender los españoles. No sois unos terroristas, ni unos
asesinos
sin entrañas: sois unos luchadores políticos que, en un
momento de
la historia de vuestra organización, decidisteis coger las
armas y
que ahora habéis anunciado oficialmente que queréis
dejarlas. Este
gesto os enaltece y así debería comprenderlo la sociedad
española si
no estuviera envenenada por unos políticos que aspiran a
gobernar a
expensas de vuestro dolor y de nuestro dolor. Si habéis dado
el
paso, no paréis. Somos muchos los que estamos totalmente de
acuerdo
con que la izquierda abertzale pueda actuar políticamente en
las
instituciones municipales y nacionales de Euskalherria. ¿Que
hace
falta cambiar la nefasta Ley de partidos promulgada por el
Gobierno
Aznar? Pues que se cambie sin más dilación. En el Congreso
de los
Diputados hay un quórum suficiente. ¿Los presos? ¿Nafarroa?
¿La
autodeterminación? ¿La independencia? En una democracia sana
y
plenamente representativa no debe haber tabúes, ni censuras
previas,
ni miedo al futuro: sólo paz, libertad y justicia. Con el
gesto de
declarar la tregua unilateral e indefinida habéis tendido la
mano al
presidente Rodríguez Zapatero y a la sociedad española. Creo
que se
os debe corresponder con afecto y comprensión. El perdón es,
sin
duda, la cualidad humana más digna y sublime. Es hora de
perdonarnos
los unos a los
otros.
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